ME OLVIDÉ DE MÍ POR FIJARME EN TI

cuidar de uno

Muchas de las personas que acuden a terapia conmigo me confiesan, de forma repetida, que se olvidaron, en algún momento, de cuidar de ellos mismos.

 

CUIDAR AL PRÓJIMO

 

Nos han escrito a fuego la idea de que debemos cuidar de los demás antes que de nosotros mismos. 

 

Esa creencia se intensifica, más si cabe, en el caso de la pareja.

 

En la vorágine de estar pendiente de las necesidades del otro para cuidarlo, nos solemos olvidar de la persona que nos mira cada día desde el otro lado del espejo.

 

Tu felicidad se reduce, entonces, a ver que la persona de la que cuidas crece y consigue alcanzar sus metas en la vida. 

 

CÍRCULO VICIOSO

 

Podemos caer, incluso, dentro un círculo de dependencia que hace que sea necesario que aportemos cada vez más y más de nosotros mismos para el cuidado de esa persona.

 

Eso desemboca en el desfallecimiento y la falta absoluta de energía vital sin remedio. Sobre todo, si no notas que el cuidado es recíproco.

 

En esos momentos comienzas a culpar a la otra persona de la falta de cuidados en lugar de hacerte responsable de habértelos procurado por ti mism@.

 

CULPA SIN RESPONSABILIDAD

 

Imagina que llevas mucho tiempo sin salir de casa y que la rutina del día a día ha llenado tu vida de apatía.

 

Y que le propones a tu pareja salir a dar un paseo por el pinar. Sin embargo, lo formulas como una propuesta y no como una necesidad, por lo que tu pareja no entiende bien todo lo que encierra tu mensaje.

 

Por lo tanto, una respuesta negativa podría interpretarse de una forma incorrecta y quizás llegues a pensar que esa negativa es a ti y no al “qué”.

 

Esos errores nos pueden llevar a la indiferencia y una situación de anhedonia que dejan pasar al fantasma de las dudas. Un fantasma que es capaz de hacernos plantear si incluso nuestra pareja nos sigue queriendo.

 

MAR DE DUDAS

 

Cuando la duda del querer aparece por primera vez puede provocar un terremoto emocional de consecuencias inimaginables.

 

Cuidado con las decisiones que se toman desde la emocionalidad, sin pasar antes por el filtro de la razón. 

 

Mi consejo es que te pares y trates de racionalizar todas esas emociones que vienes sintiendo antes de tomar cualquier tipo de decisión.

 

Y que, sólo cuando te encuentres en las condiciones adecuadas, tomes la decisión que más te conviene. Pero desde la racionalidad sosegada y no desde la emotividad impulsiva.

 

Empieza a cuidarte primero para que estés en condiciones de cuidar de tu relación de pareja. No olvides cuál es el orden correcto.

 

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