ME ARREPIENTO, PERDÓNAME
El error es un fracaso con examen de conciencia, y de consciencia, que conlleva un aprendizaje para dejar de repetir lo que no funciona.
Si tenemos muy claro esto, ¿cómo puede ser que repitamos siempre los mismos errores dentro de una relación de pareja?
En ocasiones he escuchado frases como: “No sé qué pensar de mi pareja, quiere volver conmigo y estoy en un lío; dice que se arrepiente de todo lo sucedido y quiere que le perdone. A mí me sigue gustando y creo que quiero seguir con la relación. ¿Qué hago?”.
Mi primera reacción es pensar para qué me quiere pedir consejo o mejor dicho, consentimiento para estar con la persona que quiere. Luego, trato de que reflexionemos juntos y que tome la decisión que crea que es la mejor, o la más apropiada, sin miedo a las consecuencias.
Una situación como la descrita previamente es muy personal, pero todos podríamos aprender algo de ella. La mayoría pensarán que, si esa persona se arrepiente de una forma sincera y pide perdón, se le debería dar otra oportunidad. Al fin y al cabo, todos somos humanos y podemos errar.
Me parece bien este razonamiento y, si tú piensas igual, permíteme que te diga que estoy de acuerdo en todo salvo en un par de cosas: que esté verdaderamente arrepentido; y que esté pidiendo perdón por arrepentimiento o sentimiento genuino de culpabilidad.
Habría otra posibilidad para su comportamiento. Y es que lo esté haciendo para no perder opciones en la relación porque, de lo que se arrepiente no es del hecho en sí, sino de que le hayan pillado.
Te pongo un ejemplo: imagínate que tienes un examen y te preparas una chuleta porque no tienes tiempo de estudiarlo todo. Durante el examen sacas la chuleta y la usas. Pero justo antes de salir de clase, tras entregar el ejercicio, el profesor te pide que le des tu chuleta porque te había pillado desde el primer minuto. ¡Te han pillado! Y entonces llega el arrepentimiento, los “por favores” y las súplicas para no ser suspendido.
Analicemos las situación: tienes claro que no debías de haber utilizado la chuleta. Pero no es verdad que te estés arrepintiendo de haberlo hecho sino de que te hayan pillado. Y las disculpas sólo brotan cuando percibes las terribles consecuencias que tu acto conlleva.
Volvamos a las relaciones de pareja. A lo mejor no querías hacer lo que hiciste pero terminas por hacerlo, te pillan y pides perdón. Primero, si no quieres hacer algo, lo mejor es que no lo hagas; pero, si lo haces, asume las consecuencias. Lo que pasa es que para asumir esa responsabilidad es necesario tener un buen grado de empatía con tu pareja y entender en qué has podido decepcionarle.
Comprueba en qué le has hecho daño. Pero no para pedir perdón sino para saber cuál es el precio de los platos rotos. Con ello, la deuda quedaría saldada y no sería un “debe” en del libro de cuentas de la pareja.
Esos “debes” son como la ropa sucia que se saca a colación en cada disputa, como un arma arrojadiza. Y eso es chantaje emocional, rozando la tortura psicológica.
Eso sí, si los dos os arrepentís de lo sucedido, lo que hay que hacer es un cambio. Pero no un cambio de la otra persona; un cambio tuyo.
Cambiar no implica que te resignes, que bajes la cabeza o que cedas a las necesidades de la otra persona. Se debe hacer sin contraprestaciones. Por eso, no podemos pedir a la otra persona que cambie porque lo más seguro es que no suceda. Lo que sí que puedes hacer es acompañarle en su proceso de cambio, si ha decidido hacerlo.
Así que, resumiendo:
- No digas que te arrepientes. Son sólo palabras que no dicen nada (como lágrimas en la lluvia, ya sabes).
- Pregunta qué deberías haber hecho para subsanar los daños causados.
- Empatiza y aprende de la experiencia.
- Cambia tú; no pidas a la otra persona que cambie.
- Ponte en acción. Sólo así será creíble.