LO QUE SIEMPRE QUISISTE SABER 1X32

TÚ CONTESTAS A TU MADRE Y YO A LA MÍA

Los comienzos de toda relación de pareja están marcados por el color rosa. No eres capaz de ver, tampoco quieres, las manías y los defectos de tu ser amado; ya habrá tiempo para ello más adelante si todo va bien.

 

Cuando eliges una pareja, piensas que estás eligiendo sólo a una persona sin darte cuenta de que no viene sola: acarrea una mochila en la que porta muchas cosas…y personas.

 

Esa mochila puede tener dos filos: te puede permitir crecer y conocer gente nueva, incluso agrandar tu familia; también puede pasar justo lo contrario y que, tras comprobar el contenido de su mochila, termines deseando no haberte encontrado con dicha persona.

 

Si has tenido más de una pareja, es posible que hayas percibido las diferencias que existen entre las familias de origen. 

 

Debes de asumir, lo primero de todo, que no es tu familia sino la de tu pareja. Por lo tanto, la persona responsable de la comunicación con ellos es tu pareja. Parece de sentido común, ¿verdad? Pues en la práctica no es tan sencillo.

 

¿Has tenido que acudir a alguna reunión familiar donde se han terminado por sacar los trapos sucios de las trastiendas familiares y de las parejas?

 

Es una situación idónea para que algún miembro de tu familia política se meta más de la cuenta en los términos de vuestra relación, atravesando zonas que deberían estar bien valladas.

 

Existen unos límites que deben de ser establecidos únicamente por los integrantes de la pareja. Ante cualquier intento de una persona ajena por traspasarlos, se deberán de hacer visibles de una forma explícita.

 

Las discusiones y las heridas que se producen dentro del ámbito familiar propio cicatrizan mucho mejor que las que se producen en el ámbito de la familia política. No es lo mismo decir: “te dije que no te metieras en lo que hago” a tu madre que a tu suegra, ¿verdad?

 

En el primer caso, tu madre puede que se quede en silencio, compungida. Puede que el enfado le dure algunas horas o días, pero las aguas volverán pronto a su cauce y, al cabo de un tiempo, parecerá como si el incidente nunca hubiera tenido lugar.

 

Yo te recomendaría que además, si no lo sueles hacer, te tomes un café con ella y lo habléis para que las cosas queden solucionadas sin resacas emocionales.

 

Sin embargo, en el caso de que sea tu suegra la receptora del mensaje anterior, puedes darte por… j*****. Tu comentario se vivirá como si fueran las palabras de alguna especie de ser demoniaco que intentara separarle de su hijo o hija.

 

Olvídate de hacer las paces al día siguiente. Puede que te perdone de cara al mantenimiento de las formas. Pero la afrenta no va a ser olvidada jamás.

 

¿Cómo podríamos evitar tener que enfrentarnos a estas situaciones?

Muy fácil: manteniendo la norma que comentamos antes; que cada miembro de la pareja se encargue de la comunicación con su familia de origen. Así de simple.

 

Cada uno debe de establecer con antelación los límites que separen a sus familiares de lo que se haya acordado mantener dentro de la pareja. 

 

Será el encargado, además, de recordar que existen estos límites cada vez que exista un intento de traspasarlos.

 

Y, en el caso de que exista una interpelación personal directa que implique un traspaso de esos límites (que su madre o padre te pregunten directamente), habrá que trasladar dicha consulta a la persona designada para la comunicación con esa familia (“¿lo has comentado con tu hijo/a?” o “lo hablaré luego con tu hijo/a y, cuando tengamos una decisión al respecto, te lo comunicará”).

 

Por supuesto que no todas las personas son iguales y que el nivel de su autoestima puede condicionar estas conductas: una baja autoestima les puede hacer reaccionar ante cualquier atisbo que perciban como amenaza hacia su estatus de poder. Si tu familia política no es como he descrito, tienes que estar de enhorabuena.

 

Pero, aún así, debes de tener siempre presente que no puedes permitir que ninguna relación ajena a vuestra pareja os desestabilice: esas personas deben de permanecer fuera de los límites de vuestra relación en todo momento.


A modo de ultrarresumen, recuerda que una relación de pareja se compone de tres elementos: “yo”, “tú” y “nosotros”. No debe haber cabida para “ellos”.

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Hasta pronto.

 

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“En pareja hay que invertir una hora al día, una tarde a la semana y un fin de semana al mes para seguir creciendo y no separarse"

- Rosa Montaña

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