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LOS LADRONES DE TIEMPO TE ROBAN EL DESEO

“Es un error humano alabar el pasado y desdeñar el presente”

¿Cuántas veces has pensado eso de que “cualquier tiempo pasado, al menos en el contexto de tu relación de pareja, fue mejor”?


“Antes nos teníamos el uno al otro”, “no teníamos dificultades”, “sólo dependíamos de nosotros y parecía como si tuviéramos el tiempo en nuestras manos”.


El presente, sin embargo, lo percibimos como una maldición: “ahora parece que tengamos un reloj pegado al culo: los niños, las extraescolares, rendir en el curro,…”


Cuando alguien me cuenta algo parecido, no puedo evitar pensar que no está viviendo, sino que sobrevive como puede. Sin darse cuenta de que las situaciones no mejoran porque sí, de una manera automática. De hecho, la mayoría de los que han pasado por una situación similar te podrá contar que las cosas empeoran, lejos de mejorar.


El tiempo es el único bien que no podemos comprar y no es reemplazable. Todos desean tener más y pocos son los que saben cómo protegerlo. La pregunta que surge, a raíz de esta reflexión parece evidente: “¿de quién debemos proteger nuestro tiempo?”. Mi respuesta es la siguiente: “de los ladrones de tiempo”.


Los ladrones de tiempo te quitan el tiempo “para ti”, un tiempo de calidad que podrías invertir en estar en pareja. En ocasiones pueden ser tus hijos que se agarran a tus piernas y no te sueltan. O no paran de preguntar mil y un porqués. O no quieren más que jugar contigo. O, siendo ya un poco más mayorcitos, te necesitan para que les ayudes en los estudios y otras vicisitudes de la vida.


También puede ser tu jefe, que acostumbra a pedirte cosas imposibles para ayer, y que cumples por miedo a perder tu puesto de trabajo y el sustento de tu familia.


La gente te roba el tiempo. A veces, para ocupar el suyo porque tienen mucho libre. Pero quiero que te convenzas desde este momento de que esas personas no tienen ningún derecho sobre tu tiempo


Tampoco es raro que este derroche de tiempo nos produzca una sensación de agotamiento. Y que ésta desemboque en una pérdida del deseo sexual.


Podríamos construir una pirámide con la distribución que solemos hacer de nuestro tiempo.


En la base tendríamos el trabajo. Un poco más arriba estaría la casa, familia, amigos, pareja y, finalmente, nosotros mismos.


El problema es que los días sólo cuentan con 24 horas, no tenemos más. Un mínimo de 7-8 las invertimos en el trabajo, cuando los desplazamientos son cortos. El tiempo dedicado a la familia y a la casa se lleva un buen pellizco también, por lo que nos queda muy poco tiempo para el resto (porque dormir hay que dormir).


Cuando queremos sacar tiempo para quedar con un amigo, por ejemplo, hay que hacer un esfuerzo por sincronizar ambas agendas. Cuando los astros se alinean, tienes una única oportunidad para tomarte esa caña con tu amigo. Y nunca sabes cuándo va a llegar la siguiente.


Entonces, ¿dónde queda el tiempo para pasar en pareja?, ¿dónde queda tu tiempo?


De hecho, pregúntate y responde con sinceridad: “¿Cuándo fue la última vez que dedicaste un tiempo sólo para ti, en exclusividad?”.


El cansancio que produce esta sobrecarga de horarios a la que nos vemos sometidos es el mejor antídoto del deseo que existe. Cuando llegamos reventados a la cama, repasando mentalmente la pléyade de actividades del día siguiente, lo único que deseas es cerrar los ojos y que te dejen en paz.


Quizás, si todo se da bien y no ocurre ningún “imprevisto”, el fin de semana podría ser que encuentres ese momento para estar con tu pareja, intimar y…lo que llegue. Pero sólo quizás.


Y, aún así, seguiría faltando tu tiempo. Permíteme que te repita que esto no es vida. Como mucho, sería supervivencia.


Te propongo un cambio que implique aprender a gestionar mejor el tiempo y dar la vuelta a la pirámide de tu tiempo.


Dedica la primera hora de la mañana a la cúspide de tu pirámide: a ti mismo. Antes de hacer ninguna otra cosa, dedícate un tiempo por y para ti. Luego, la vorágine y las rutinas, nos impedirán hacerlo. Puede ser ejercicio, meditación, lectura, lo que tú quieras: es tu tiempo.


Después busca un tiempo para poder estar en pareja: compartir la ducha, desayunando juntos, quedar para comer, etc.


Y, a partir de ahí, organiza el resto de las cosas: llamar a un amigo y charlar sobre cómo os va, quizá quedar para tomar algo, la casa, el trabajo.


Puede que pienses que es lo mismo que estás haciendo ahora, pero te equivocas: no es ni parecido. Ahora, vas a llegar en mejor estado al final del día. Porque has priorizado en ti. Y eso hace que te encuentres más contento y con más vitalidad.


Prueba, que no pierdes nada. Y, si lo consigues, ganarás mucho en salud y calidad de vida. No sólo para ti sino que también para tu relación de pareja.


Si permites que los demás roben tu tiempo, no te asustes luego de las consecuencias.

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Hasta pronto.

 

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“En pareja hay que invertir una hora al día, una tarde a la semana y un fin de semana al mes para seguir creciendo y no separarse"

- Rosa Montaña

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