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PERMÍTETE TENER UN DIÁLOGO DE SORDOS Y UNA CONVERSACIÓN DE MUDOS

¿Recuerdas la película “No me chilles que no te veo”? Aunque la ficción está exagerada, en la realidad nos sucede con frecuencia algo muy parecido cuando mantenemos conversaciones con nuestra pareja.


Ya te he comentado en muchas ocasiones que una de las claves para que una relación de pareja tenga éxito reside en conseguir que exista una correcta comunicación entre sus miembros. 


Todo el mundo sabe que la comunicación consta de dos factores: la emisión y la recepción. O sea, saber hablar y saber escuchar.


Entonces, si la comunicación parece en teoría tan sencillo,  ¿por qué la que tenemos con nuestra pareja nos complica tanto la existencia?


Durante los últimos quince años como terapeuta me he dado cuenta de una serie de pautas que se dan con más frecuencia de lo deseable.


  • En ocasiones, una pareja no quiere dialogar. Y es que cuando las opiniones son divergentes, muchas veces no queremos movernos de nuestra posición y nos cerramos a la comunicación. Lo denomino momento “yo ya”: “yo ya lo tengo claro y los demás no tienen ni idea”. Pero piensa un momento en esto: si lo sabes todo, ¿para qué necesitas a nadie más?


  • Subimos el tono de la voz. En algunas conversaciones en pareja se produce una escalada asimétrica hasta que ocurre un verdadero cortocircuito. Esto provoca un cese inmediato de la comunicación. 


Cuando percibimos ese aumento del tono sentimos que se nos falta al respeto y dejamos de escuchar para enrocarnos aún más en nuestra posición.


El problema es que tenemos una especie de memoria para estos momentos y, a la siguiente ocasión que tengamos, empezaremos el diálogo desde un tono más alto, haciendo más fácil llegar a la situación de cortocircuito.


  • Somos incapaces de hablar y mirarnos a los ojos al tiempo. Puede que pienses que esto no te pasa a ti, pero a la mayoría les cuesta por miedo a sentirse “desnudo” y con sus intimidades al aire. La tendencia entonces es a desviar la mirada hacia otras personas u objetos, como el móvil. El mensaje que transmitimos a la otra persona mirando el móvil mientras dialogamos es nefasta. 


  • Leemos mucho entre líneas. Es un grave error porque dejamos que el “hijoputa” que habita en nuestro cerebro nos traduzca el mensaje del emisor. Se añade así un elemento más a la comunicación que va a entorpecerla de manera significativa. Se va a ir tiñiendo con experiencias pasadas y va a terminar de enturbiarse con nuestros miedos.


En esos momentos, dejamos que el lenguaje no verbal tome las riendas de la conversación invalidando el contenido verbal de la misma.


  • Si no nos gusta la canción, tendemos a rayar el disco entero. De manera que cuando escuchamos algo del discurso de la otra persona que no nos gusta ya no prestamos atención al resto del mensaje.


  • Tendemos a hablar en los momentos en que más cansados estamos. No es buena idea tener una conversación importante a última hora de la noche, cuando los sucesos de todo el día nos han dejado agotados. 


En estos casos corremos el riesgo de malinterpretar cualquier mensaje. Mejor dejarlo a primera hora de la mañana; y mejor todavía si es después de haberte dedicado los primeros minutos del día a ti mismo.


¿Qué se puede hacer para evitar estos errores frecuentes?


  • En lugar de utilizar los momentos “yo ya”, podemos decir: “desde mi punto de vista yo considero…” o “valoraré lo que me cuentas y reflexionaré sobre ello; necesito un tiempo y no te puedo contestar en este momento, ¿qué te parece si quedamos otro día y seguimos?”.


  • En lugar de hablar subiendo el tono, podemos hacer el esfuerzo por hablar susurrando. Es muy difícil que perdamos el control hablando bajo.


  • Atrévete a hablar mirando a los ojos y lo más cerca que puedas de los labios de la otra persona. Quizás convirtamos una posible discusión en un beso, ¿no te parece?


  • No leas entre líneas. Si tienes la más mínima duda sobre lo que te quiere decir, pregunta. Todas las veces que sea necesario. Y si sigues teniendo dudas, formula lo que has entendido a la otra persona para comprobar si está de acuerdo con el mensaje que has recibido.


  • Cuando la canción no nos esté gustando, te propongo que perdones y olvides. Dejándolo de lado de verdad, con total sinceridad. Si no te está aportando nada positivo es mejor olvidarlo, créeme.


  • No dejes conversaciones importantes para la última hora del día. Reserva un tiempo a primera hora del día siguiente para tratar el tema una vez hayas descansado.

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Hasta pronto.

 

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“En pareja hay que invertir una hora al día, una tarde a la semana y un fin de semana al mes para seguir creciendo y no separarse"

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