Y, ¿QUÉ HAGO SI ESTOY CHUTADO CON ANTIDEPRESIVOS?
Los antidepresivos y los ansiolíticos son dos de los grupos farmacológicos más usados en la actualidad.
Hoy quiero dar respuesta a una persona que me ha escrito por mail para que podamos reflexionar todos juntos acerca de un tema “oculto”. El mensaje dice así:
“Mi pareja tiene una lesión física que costó años en diagnosticarse. Mientras tanto, vagamos perdidos de especialista en especialista sin conseguir un diagnóstico.
Desde un principio, la lesión le ha afectado a su respuesta sexual: de una forma física al principio; y psicológica al final. Después de siete años desde que se iniciaron los síntomas, y dos desde su diagnóstico, y debido al impacto anímico, recalamos en la consulta de un psiquiatra.
El psiquiatra le explicó que su química cerebral se había alterado debido al dolor crónico sufrido y a las medicaciones usadas. Le pautó un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) hace seis meses.
La lesión afectó a los mecanismos físicos de su erección y después pasó a afectar a su sistema nervioso simpático. Todo esto ha desembocado en una desconexión con la vida y conmigo. Sin deseo ni respuesta sexual alguna.
Con la medicación, su estado emocional ha mejorado bastante y le han vuelto las ilusiones pero la líbido está casi perdida. Además, las veces que nos ponemos tiene dificultades para mantener la erección y no logra alcanzar el orgasmo.
Te quería pedir si pudieras hacer un podcast sobre cómo gestionar la sexualidad en la depresión y en personas bajo tratamiento antidepresivo.
Busco información y leo. Sé que tengo que trabajar mis expectativas, empatizar con él y no forzar la situación. Ando bastante perdida y he pensado que, debido al aumento del consumo de psicofármacos, debemos ser bastantes personas las que sufrimos una situación similar.”
Quería dar la gracias públicamente a la persona que me escribió por su valentía a la hora de visibilizar este tema.
Cuando alguien pasa por un trastorno del ánimo depresivo, lo primero que sufre es la erótica: el deseo disminuye y hasta se anula porque existen otras prioridades.
Al empezar a tomar medicación, y cuando la persona deprimida comienza a mejorar su estado de ánimo, comienzan a darse cuenta que pueden aparecer problemas de erección como un efecto adverso a muchos de los fármacos usados.
No se trata tampoco de demonizar a los antidepresivos sin más. Cumplen su función y son necesarios. En la depresión, los niveles de serotonina disminuyen considerablemente. Cuando estos niveles son muy bajos empezamos a notar los síntomas: irritabilidad, disminución del ánimo, agresividad, fluctuaciones del humor, aumento en el consumo de nicotina, cafeína, alcohol o calorías.
Ante este déficit de serotonina, nuestro organismo echa mano de sus precursores para fabricar más: el triptófano y la melatonina.
Si disminuyen los precursores, empezamos a notar alteraciones del sueño y del descanso nocturno: las personas duermen peor y aumenta la irritabilidad y el nerviosismo.
Al disminuir los niveles de serotonina y melatonina, disminuyen también los niveles de dopamina que es el responsable de la aparición del deseo sexual.
El dolor crónico es otro de los mayores enemigos del deseo sexual. El dolor activa el sistema nervioso simpático, el mismo que hace que se pierda la erección.
En ocasiones, algunos analgésicos también afectan a la esfera sexual: algunos derivados de la morfina pueden dificultar la consecución de la erección.
Hay que atender, también, los sentimientos de incompetencia de la persona que está deprimida para con su pareja, tanto dentro como fuera de la cama.
Dentro de la cama, con la ya comentada disfunción eréctil o con el retardo de la eyaculación e incluso con la aparición de eyaculación retrógrada: el semen, en lugar de ir por la uretra hasta el exterior del cuerpo, se dirige hasta la vejiga donde se mezcla con la orina.
No todos los antidepresivos son iguales ni provocan los mismos efectos sobre la función sexual. Los nuevos antidepresivos que van saliendo al mercado tratan de minimizar muchos de sus efectos colaterales, entre ellos los sexuales. Por eso es importante que lo hablemos con nuestro especialista de salud mental de cara a individualizar nuestro tratamiento.
En el caso de que no haya manera de evitar algún efecto adverso, habría que valorar la posibilidad de usar fármacos que contrarresten estos efectos. Por ejemplo, se podrían usar los inhibidores de la 5-fosfodiesterasa (Viagra® y similares) en el caso de la disfunción eréctil.
Es imprescindible ofrecer un acompañamiento y un apoyo a la pareja del paciente. No le va a resultar fácil sobrellevar la situación ni posee las herramientas necesarias para ello.
Por ejemplo, cuando alguien que se encuentra cerquita de ti está muy negativo, nuestra tendencia natural es a ponernos muy positivos para contrarrestarlo. Lo que sucede, en realidad, es que la persona que se encuentra mal no siente que empatizamos con ella.
Si, cambiando nuestra respuesta, nos pusiéramos más negativos aún (con la ironía y el tacto necesario), quizás esa persona llegue a decirte que la situación no es para tanto…
En el caso de la persona que me escribe, la situación lleva mucho tiempo desarrollándose y quizás no sea suficiente el uso de antidepresivos si no se combinan con el de los aminoácidos que se han perdido en el intento de generar la serotonina ausente.
Independientemente de la causa, ante un trastorno de tipo depresivo, lo primero que se pierde y lo último que se recupera es la líbido y el deseo sexual. Pero la causa es importante y también hay que atenderla para evitar recaídas.
También quiero hacer un llamamiento a mis compañeros psiquiatras y médicos de atención primaria: buscad aprender sobre estos temas para que estéis preparados cuando os lleguen pacientes así.
Espero que este episodio te haya sido de ayuda. También a tu pareja y a todas aquellas personas que estén atravesando una situación similar. No olvides nunca que siempre hay una solución.
Muchas gracias por estar ahí, por acompañarme, por dar al “me gusta”, suscribirte al canal, por compartirlo con todas aquellas personas que pueda serles de utilidad y por recomendar nuestras formaciones.
Ya sabes que puedes encontrarme en rosamontana.com y en el correo rosa@rosamontana.com.
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Hasta pronto.