Mi misión consiste en ayudar a alcanzar la mejor versión de las personas en su ámbito personal, profesional y de relación de pareja

Te cuentan historias para no dormir acerca del sexo y de las relaciones desde que eres pequeño. 

Cuentos que te crees y que nadie te explica

Comienzas a soñar con un ideal de pareja perfecta que, en realidad, no existe. 

Durante toda la vida te acompaña la siguiente
frase: “Se casaron, fueron felices y comieron perdices”.

Y, así, miles de niñas y niños terminan buscando su príncipe o princesa de revista.

No sé tú, pero yo ya me cansé de tanta pamplina hace muchos, muchos años. 

Y me cansé tanto, que tuve que buscarme la vida para responder a la curiosidad innata que todos tenemos. 

Si alguien te prohibe algo, con más ahínco lo buscas, y cuanto antes. 

Te propongo un reto: ni se te ocurra pensar en un elefante rosa cagándote encima de la cabeza, ni se te ocurra…

y tú, ¿en qué estás pensando?

La primera vez que hablé de sexo, o más bien acerca de algún tema relacionado con lo sexual, tenía 8 años.

Acababan de enseñarme el proceso de la fecundación y estaba alucinada. Según llegué a mi casa se lo conté todo a mi abuela. Todavía recuerdo cuánto se alarmó.

Tanto, que me castigó tres días sin salir. Aprendí la lección: con ella no podría hablar de sexo.

Leía revistas, novelas y, sobre todo, veía alguna que otra película a escondidas de mis padres. No era el
siglo aún de los podcast y me formaba como podía, a pesar de que no me dejaran.

Algunos aprendizajes fueron erróneos; mitos que luego
me he dado cuenta que la gente de la calle sigue teniendo.

Aún en pleno siglo XXI, el siglo donde tenemos la información y la formación para hablar acerca del sexo y de relaciones de pareja, sigue existiendo un gran tabú aderezado con carcajadas.

Claro está que, si no preguntas y no te explican, aprendes por ensayo/error o te quedas a dos velas.

¡Puf!, si me dieran un euro, solo un euro, por cada “amante” que dice hacer virguerías que rozan lo celestial y, luego, su pareja no sólo lo desmiente sino que lo acusa de justamente lo contrario…si me dieran un euro cada vez, no sé si seguiría trabajando.

Lo irónico de todo esto es que yo lo aprendí viniendo de un cole de monjas. Y no soy diferente a ti. Así que la buena noticia es que tú también puedes aprender y mejorar; si quieres.

Nadie te enseñó a ser pareja, al menos hasta ahora, y, aún así, pasas prácticamente dos tercios de tu vida con una. Y yo me digo: vamos a hacerlo bien para que no rompamos más platos.

En eso consiste mi trabajo: en acompañarte y darte herramientas para obtener la mejor versión de ti mismo.

Yo estoy segura de que todos tenemos un “Ferrari” dentro, aunque algunos crean que son un “Seiscientos” abollonado. No lo olvides: eres un “Ferrari”.

Tu “Ferrari”, para poder ir a 250 km/h, necesita: cuatro ruedas, un motor, un GPS y gasolina.

Concédeme dos minutos y te lo explico.

Las cuatros ruedas deben ser tus cuatro pilares y estos son: desarrollo personal, desarrollo profesional, desarrollo de pareja y creencias limitantes. O las cuatro ruedas se encuentran en perfecto estado de revista o el coche se queda en boxes. 

Si no crees en ti, no puedes crecer en tu desarrollo personal. Al igual que si sólo te ciñes a crecer en el trabajo y le dedicas 14 horas al día: el resto de las ruedas se desequilibran y el coche se resiente.

El motor es tu pasión, lo que se enciende con sangre por todo tu cuerpo.

El GPS es la dirección que toma tu vida para cumplir tus objetivos propuestos.

La gasolina es el conjunto de aminoácidos que hacen que tengas fuerzas para continuar el trayecto.

Podría decirse que yo soy la mecánica de tu bólido para que tú puedas volar y pisarle a fondo.

 

Sin embargo, si has llegado leyendo hasta aquí, te mereces conocerme un poquito más.

Me podría definir como un culo inquieto con miles de ideas en la cabeza.

He colaborado con...

“En pareja hay que invertir una hora al día, una tarde a la semana y un fin de semana al mes para seguir creciendo y no separarse"

- Rosa Montaña

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