NO ME ESPERABA QUE ME FUERA INFIEL, ¿Y AHORA QUÉ?
Cuando una persona se entera de que le han puesto los cuernos, no suele saber muy bien cómo actuar. El dolor no les deja ver cuál debería ser el siguiente paso.
¿Cómo decidir si esta situación significa el punto y final de la relación? Vamos a ir paso por paso. En un episodio anterior te hablaba acerca de la fidelidad hacia tu pareja y hacia ti; te dejo el enlace: LQSQS 1×46. Cuando asumir una infidelidad no es políticamente correcto.
Hoy vamos a dar un paso más allá y vamos a hablar sobre cómo actuar en caso de que la infidelidad se descubra. Puede ser que te enteres porque sea “vox pupuli” y lo sepa todo el mundo; puede ser que te lo cuente tu pareja por un sentimiento de culpa; también podría contártelo una tercera persona que, en ocasiones, hasta pudiera ser que se tratara del amante o la amante de tu pareja.
El tema de hoy puede que no te resulte sencillo. Si has pasado por una situación similar y todavía sientes ira o rabia al respecto, te pediría que lo guardaras en un cajón por un momento y que te permitieras reflexionar sobre mis palabras.
Como te decía, el primer paso va a depender de cómo te hayas enterado de la infidelidad. En el caso de que haya sido tu propia pareja quien te lo haya contado, hay que valorar su valentía, aunque detrás haya un sentimiento de culpa o de vergüenza. Se puede aprender mucho de los errores propios y de los ajenos.
Si la persona que te lo cuenta es el o la amante, habría que pensar cuáles son sus intenciones. Puede ser que quiera dañar tu relación y forzar su ruptura para poder ocupar tu lugar. Pero deberíamos hacer una reflexión: y es que no sólo se daña la relación sino que también a las personas que la forman. Con lo que la persona que lo cuenta, y que se supone que ama a una de esas personas, debería revisar su concepto de “amor”. Otra posibilidad sería contarlo por despecho, si ha sido abandonad@. En este caso sólo se busca hacer daño. Sin embargo, el dolor de sentirte abandonado no se pasa por infringir dolor a la persona que te dejó.
La última posibilidad es que te lo cuente quien yo llamo “los justicieros”: personas que se sienten un baluarte de la honestidad y que suelen tener más interés en denunciar los errores ajenos que en hacer aprendizajes propios.
Nadie debería entrometerse en una relación de pareja. Básicamente porque desconoce el tipo de relación que se ha acordado. Es decir, los términos del contrato particular de esa pareja en concreto.
Una vez establecido el origen de la noticia, hay que atender a las emociones que van a surgir en ambos bandos.
La persona que ha sufrido “los cuernos”, al principio sentirá un dolor brutal y hará una negación de lo sucedido (“no me puedo creer lo que me está pasando”).
Posteriormente, pasará por una fase de desconfianza (“¿cómo puedo saber que, a partir de ahora, no me vas a mentir?”). Volver a confiar en la otra persona es uno de los pasos más difíciles de dar.
Más adelante, la persona que ha sufrido la infidelidad va a querer saber más detalles sobre la misma (posturas, sitios, actividades, etc.). Es un proceso de comparación aunque sea inconsciente. Y no debería ser así porque sólo se hacen más daño.
Estas personas van a tener una pregunta rondándoles la cabeza en todo momento: “¿por qué ha pasado?, ¿por qué no me he dado cuenta?, ¿por qué no hice algo antes?”. Una de las cosas que hay que plantearse es cambiar los “¿por qués?” por los “¿para qués?”.
Por otro lado, la persona que ha causado la infidelidad también va a sentir un intenso dolor. También puede pasar por una fase de negación, justificándose para evitar contar la verdad por miedo a saber que su vida ha dado un cambio muy importante y que su relación corre el riesgo de romperse para siempre.
También sienten culpa, arrepentimiento y vergüenza. Van a tener que pedirse perdón a ellos mismos, tarde o temprano.
¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo manejar una infidelidad?
Lo primero es saber si os queréis o no. Los dos. Si existe un compromiso bilateral, que los dos queráis seguir adelante.
Saber si vais a ser capaces de perdonaros sin rencor y sin odio. Esto implica perdonar y olvidar. No vale quedarse con un as en la manga para jugarlo en el futuro.
Saber si vais a ser capaces de extraer un aprendizaje del proceso. Si no sois capaces de hacer un trabajo en este sentido, la “mierda” no se va a ir de vuestro lado así como así.
La persona que ha sido infiel paga los platos rotos que considere oportunos la persona que ha sufrido la infidelidad.
Plantéate una persona “objetiva” que actúe como moderador. Lo mejor sería un terapeuta y, mejor aún, si es sexólogo porque estará más familiarizado en las relaciones de pareja y sus claves. Te permitirá perdonarte a ti mismo y a la otra persona.
A partir de ahora, la sinceridad entre vosotros es imprescindible. Sin ningún tipo de tapujos. Sería muy recomendable descartar, mediante las serologías y/o las pruebas de laboratorio pertinentes, una posible infección de transmisión genital.
Por último: si decidís seguir adelante, tened muy claro que es la última cerilla. En el caso de que se repitiera la situación, sería totalmente insalvable.
Para finalizar: mucho cuidado con difundir fotos o vídeos en plena efervescencia del despecho, pueden tratarse de un delito. También para quien todos aquellos que lo comparten.
De todo se sale. Una vez que tienes claro cuál es el cáncer de tu relación, si os queréis, haréis todo lo que haga falta para superarlo.
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Hasta pronto.