¿SOPORTARÍAS TODA LA VERDAD EN TU RELACIÓN?

toda la verdad

Ojos que no ven…sí, tortazo que te pegas. La pregunta que te hago es: “¿Soportarías conocer toda la verdad de tu relación?”.

 

EL AMOR NO LO AGUANTA TODO

 

Cuando conoces a alguien y empezáis una relación os soléis prometer sinceridad absoluta. Pero, ¿de verdad quieres saberlo TODO? ¿Piensas que tu amor es lo suficientemente fuerte como para resistir TODO? ¿Es necesario tener que contarlo TODO en una relación?

 

La duración de la relación es un factor importante a la hora de valorar si contar cierta verdad. No es lo mismo una relación de dos meses que una de cuarenta años.

 

Cuando la relación lleva poco tiempo de recorrido, la sinceridad y el sincericidio es algo que parece algo necesario e imprescindible. De manera que, si te ponen los cuernos cuando llevas tres meses, la respuesta parece clara porque seguro que lo advertiste: “quiero que me lo cuentes siempre la verdad…pero te voy a dejar”.

 

Cuando llevas un poco más, cinco o seis años, puede ser que el acuerdo puede variar en sus términos: “si me lo cuentas y no me enterao de la verdad por ahí, puede que te perdone”. Aunque no se olvide tan fácilmente.

 

Según avanza la relación, llega un momento en que planteas a tu pareja: “no me cuentes nada, que sólo me provocarás un sufrimiento”.

 

Te lo repito: “¿es necesario ser completamente sinceros en una relación independientemente de lo que tengas que decir?”.

 

LA VERDAD Y OTRAS VERDADES

 

Cada persona tiene “su razón” y “su verdad”. En una relación de pareja, cuando las dos partes coinciden en sus razones y en sus verdades, no va a pasar nada. Pero, cuando las dos razones se oponen, es cuando surgen los conflictos porque una de las dos ha de prevalecer sobre la otra. 

 

El problema, cuando sucede algo parecido, es que se pierde el sentido de horizontalidad, que es el deseable para una relación de pareja, para pasar a un modelo vertical.

 

No olvidemos que todas las razones son subjetivas y están marcadas por el recorrido vital y los sucesos que hayan ocurrido.

 

Luego, pensamos que envolviendo la “verdad” (que no olvidemos que siempre es subjetiva) con la bandera del amor, podemos utilizarla sin ningún tipo de consecuencia.

 

O esa otra frase tan manida de “lo digo por tu bien”. Horrible, ¿verdad?

 

Puede que me digas que a ti, en particular, sí que te gustaría que te señalaran las veces que te equivocas. En ese caso, avísalo. 

 

DAÑOS Y HERIDAS

 

Sin embargo, lanzamos con demasiada frecuencia nuestra “verdad absoluta” a otras personas sin poder calibrar el daño que va a provocarles.

 

El amor no va a soportarlo TODO. Eso es una creencia falsa. Y hay daños que no hay amor suficiente en el mundo que los aguanten. 

 

Las heridas provocadas no desaparecen porque la persona que nos la infligió nos pida perdón. La sanación depende de uno mismo: nivel de confianza y de seguridad.

 

El daño es percibido (y medido) por la persona que lo recibe y no por la que lo provoca (que puede no ser consciente del daño producido). 

 

Y, aunque una herida cure y cicatrice, no deja de estar ahí para recordarnos el daño producido. Además, está el riesgo de que la herida pueda volverse a abrir y se sobreinfecte ante un nuevo agravio. Las heridas tienen memoria propia.

 

Además, como con la persona que amas nunca vas con la coraza puesta porque piensas que nunca te haría daño, sus heridas son más profundas y la memoria que contienen es más duradera.

 

Piénsalo muy bien, por lo tanto, antes de decir lo de “quiero que me lo cuentes todo; quiero la verdad”. Porque el amor no lo aguanta todo.

 

Cuando vayas a comunicar algo, busca un estado emocional de serenidad por mucho tiempo que tenga que pasar.

 

Quizás tengamos que plantearnos si conviene que se sepa todo dentro de una relación de pareja. Es recomendable que cada parte tenga su espacio de intimidad que no se comparte.

 

No rompas nunca la horizontalidad de tu relación de pareja.

 
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