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Los tabúes de este siglo: tu salario, tu dieta y tu “cama”

Te enseñan a comer, a andar, a hablar, y a mil cosas más. Es más, es factible que aprendas cada día algo nuevo pero, ¿quién te enseñó a hablar de sexo? ¿Y sobre las relaciones de pareja?

Tengo una teoría que no sé si compartirás conmigo. Hay tres temas tabúes de los cuáles es muy complicado hablar: tu salario, tu dieta y tu “cama”.

El salario todo el mundo lo conoce al dedillo, hasta con los últimos céntimos. En cambio, si se lo preguntas a alguien no te contesta o dice algo general, será que no miran la cuenta del banco.

La dieta es el tema de fácil discusión en la mesa de una cafetería según sale: porque si estas gorda, porque comes mucho, deberías cuidarte más, si comes carne mejor verdura, si comes verdura tendrás que comer pescado, si eres delgada unos kilitos de más te vendrían de fábula. Y así, hasta el infinito y más allá.

Y del sexo…¿qué me dices? 

Se oyen los encuentros digamos “perfectos”, los cuidados “de cuentos de hadas”, y los orgasmos de doble duración. 

Del resto, mutismo absoluto. Todo el mundo tiene deseo, a nadie le duele con la penetración, la rigidez del mástil por bandera y eyaculan al unísono cuando lo ansían.

Luego viene Pedro con las rebajas y, ¡sorpresa!

Aprendemos a sobrevivir en una relación donde no hay discusiones, y cada día es similar al anterior, sin darnos cuenta de que olvidamos la pasión y la novedad entre la ropa de la cómoda.

No todo es perfecto

Quiero que por un momento te imagines que estás
dando un paseo por un centro comercial. 

Te paras delante de un espectacular escaparate. 

Todo tan colocado, sin un papel, compaginando todo a la perfección. Podrías quedarte más de una hora mirándolo y creerás que a ti no te quedará ni parecido.

Si entras en la tienda con la intención de probarte, es fácil que veas algún jersey desordenado, algún
dependiente algo grosero y algún papelito en el suelo.

¿Qué pasaría si entrases en su trastienda? Mejor no quieras ni imaginártelo. Estaría todo tirado, o casi todo.

Empaquetado en cajas, polvo sobre los restos de la
temporada anterior, y mucho caos. Eso sí, antes de
sacarlo, vuelve a estar impoluto o no lo compraría nadie.

En las relaciones de pareja hacemos lo mismo: vemos el escaparate de los demás y todo nos parece perfecto.

Conocemos las tiendas por dentro de nuestros amigos más íntimos y lo comparamos con nuestras “trastiendas” de pareja, dejando claro que siempre salimos perdiendo.

Tranqui, en esta vida se aprende, desaprende y se vuelve a aprender todo.

¿Te apetece?

El amor tiene fecha de caducidad: no es eterno. La pregunta es: ¿cómo y cuándo sucederá?; la respuesta sólo las tenéis vosotros

“En pareja hay que invertir una hora al día, una tarde a la semana y un fin de semana al mes para seguir creciendo y no separarse"

- Rosa Montaña

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